miércoles, 14 de marzo de 2012

La problemática del Suelo en Chile


En Chile no sólo tenemos problemas con el sistema binominal, con la privatización del agua o la venta de nuestros recursos naturales a transnacionales, también tenemos grandes problemáticas en la regulación del suelo urbano y rural.
En el año 1979 la Política Nacional de Desarrollo Urbano de la Dictadura señaló que el suelo urbano no era bien escaso y que su valor debía estar regido por las fuerzas del mercado. Esta falacia se argumentaba diciendo que la escasez de la tierra era un producto artificial, generado por la excesiva regulación, que había llevado a la virtual eliminación de los límites de crecimiento urbano.
Estas políticas, si bien, significaron un mejoramiento en lo que se refiere al acceso a la vivienda para la población de bajos recursos, aumentaron la segregación espacial y por ende disminuyeron la calidad de vida, dificultando el acceso al trabajo y servicios y agravando la alienación social.
La liberalización del suelo trajo como consecuencia una expansión urbana desenfrenada, la formación de cinturones de pobreza, barrios pobremente equipados y socialmente segregados y el aumento continuo del precio de la tierra.
Partamos de la base que la tierra es un recurso escaso, inamovible e irreproducible. Existe una cierta cantidad de suelo con atributos urbanos y otra cierta cantidad con atributos rurales o agrícolas. El suelo no puede ser producido, no podemos crear un hectárea de terreno, por lo tanto no es un producto sino que forma parte de la función de producción, por lo mismo no puede estar subordinado únicamente al mercado.
Y la Función Social?
La propiedad del suelo debería cumplir una funciona social, ya sea urbano o rural, es un bien de la naturaleza y debería ser de provecho y utilidad para todos los seres humanos, por lo que el derecho de propiedad estaría subordinado al uso solidario de los recursos.. ¿Muy utópico? Entenderá ud. Que los privilegios que suponen el derecho absoluto de la propiedad del suelo generan una exorbitante desigualdad y situación de dependencia y opresión para quienes no tienen este derecho.
Al no existir una Ley de suelo se contribuye a materializar la especulación inmobiliaria, la que genera que el precio del suelo urbano suba escandalosamente. Reconozcamos que existe una escasez del suelo urbano producto de la retención a espera de expectativas futuras de mejores condiciones normativas y por ende el aumento de su precio. El mercantilismo del suelo urbano hace inaccesible la tierra para la vivienda de los pobres, la vivienda social. La cual irremediablemente por costo económico se termina construyendo en la periferia donde el terreno es más barato.
Actualmente la flexibilización de la normativa urbana, en pos de la liberalización del suelo, genera un aumento en tiempos de viajes en la ciudad, por ende mayores costos en transporte y diminución del tiempo de ocio, la perdida de signos identitarios y patrimoniales, disminución de superficies cultivables, segregación espacial y económica, desigualdad en acceso a bienes y servicios.
Por estos motivos es momento de generar una nueva normativa que piense el suelo desde el punto de vista social. No podemos quedarnos en buenas intenciones, es necesario un marco legal que regule apropiadamente el suelo, que regule en función de los habitantes y no del mercado, que prevalezca el interés colectivo por sobre el individual.
Las trabas para lograrlo radican en la indiferencia o desconocimiento del ciudadano sobre el tema, en la poca voluntad política y la presión ejercida por los grupos de poder que ostentan la propiedad del suelo.
Debe promoverse el uso equilibrado del espacio y suelo urbano, para eso es necesaria una Ley de Suelo Ahora!

jueves, 1 de marzo de 2012

Mall de Castro


Siempre me ha sorprendido Chiloé por su forma de adaptar los pulsos globales a su contexto local, esa manera de apropiarse de las distintas corrientes arquitectónicas y hacerlas suyas. Interpretar el mundo con los ojos de la isla.
Rompiendo esta tradición Chilota aparece un edificio que arma polémica, de absoluta insolencia contra el contexto, que se desentiende de alturas y tamaños de la ciudad.
Un edificio que se emplaza de la forma más incorrecta posible.
El problema acá no es el Mall, que por cierto mucho derecho tienen los chilotes a tener uno y disfrutar de sus bondades, sino el diseño y su emplazamiento.
Pero más allá de eso (y ya empalados sus diseñadores) debemos preguntarnos de qué manera se engendran estos “quistes” urbanos.
Podemos vociferar una serie de insultos contra el edificio, pero no podemos decir que es un mal negocio, y este negocio es permitido por el Plan regulador, herramienta que básicamente “regula” el mercado del suelo, permitiendo comprar barato y vender caro.
También debemos reconocer que algo muy deseado por la administración de las ciudades es la inversión privada y las fuentes de trabajo directas e indirectas.
Fácilmente la ciudad se vera seducida por Casinos de juego, Malls, Hoteles de grandes cadenas, etc. Nuestra administración debe tener una visión de ciudad y el conocimiento técnico para encauzar la inversión privada de forma beneficiosa para el desarrollo urbano.


La participación ciudadana en procesos de desarrollo urbano es crucial y como primer atisbo de participación partamos votando por un representante político que maneje temas urbanos y que tenga propuestas claras en cuanto a la visión de ciudad y desarrollo de esta.

Bonus Track
Edward Rojas dice: “Pareciera que los ejemplos mundiales de cómo hacer y emplazar un centro comercial a gran escala, no existiesen, como tampoco la experiencia práctica de los ejemplos nacionales.” En carta publicada por Plataforma Urbana
Le dejo acá un par de imágenes al señor Rojas de cómo se hace arquitectura entendiendo e interpretando el contexto, no copiando formas o revistiendo las cosas con Tejuela.
Un Mall del Arquitecto Ernst Kasper en la Ciudad de Munster Alemania.